¡Oh, si el dolor que siento se acabara,
Y el bien que tanto anhelo se cumpliese!
¡Cómo, por desdichado que ahora fuese,
La más alta ventura no envidiara!
Con la esperanza sola me aliviara;
Y por mucho que en tanto padeciese,
El gozo de que el mal su fin tuviese
Lo amargo de la pena al fin templara.
Por un instante de placer que hubiera,
Con júbilo mis ansias sufriría,
Ni en su eterno durar desfalleciera.
Pero si es tal la desventura mía
Que huyendo el bien, el daño persevera,
¿qué aguardar puedo en mi letal porfía?
Juan Meléndez Valdés, “El deseo y la desconfianza”
Juan Meléndez Valdés nació en Badajoz en 1754 y sus inicios literarios coincidieron con el reinado de Carlos III, en plena Ilustración. Este período, cuyas influencias vienen directas de Francia, fue decisivo para el cambio de mentalidad que se produjo en la época centrada en la razón, en salvar al pueblo de las injusticias y de la ignorancia y en conducir al mundo hacia el camino del progreso. Por ello, la literatura estaba dirigida a un fin concreto: que fuera útil para la sociedad. Sin embargo, en la poesía de Meléndez Valdés se halla una dulzura, una sensualidad y cierta melancolía impuesta sin duda por su carácter sensible y por el acontecimiento que marcó su infancia: la muerte de su madre.
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